En las afueras del Hospimil todos hablan de la remodelación del
piso 8. Puertas adentro sólo hay el silencio y vistas gordas.
Facundo sale de su consulta de
los martes con el urólogo y bastón en mano camina por el Hospital, sin rumbo
fijo. Saluda las enfermeras, piropea a las pacientes contemporáneas con él y
conversa con los médicos.
Facundo de 55 años es guardia
nacional jubilado, y hoy tendrá una cita con el destino.
En su andar sin rumbo Facundo va
a parar a la zona de carga y almacenes del Hospimil, donde hay un frenético
movimiento. Un grave descuido de la vigilancia pone a Facundo a escasos 20
metros del momento de la descarga de un conteiner.
El montacargas baja lentamente
una enorme y larga caja mitad madera y mitad plástico. En la caja se ve impreso
un gran logo. ThermoWell D400. Que no pasa invertido por los ojos de Facundo.
Facundo exclama de manera cándida:
¡Ojalá tuviéramos una de estas en Bello Monte! y enseguida un personaje
misterioso le pregunta. A lo que Facundo responde. ¡Claro! Desde que me jubilé
mato tigritos como técnico en refrigeración de la morgue. ¡Esa cava es de
última tecnología!
Facundo saca su celular y le toma
una foto ante la escandalizada mirada del personaje. “Voy a enseñársela a mi
nieto y a mis amigos en la morgue”, dice Facundo antes de despedirse.
La escena termina con el
misterioso personaje viendo fijamente a los ojos del montacarguista.
Facundo emocionado va por la
avenida San Martín camino al Metro. Cuando su camino es interrumpido por una
pareja en moto.
Facundo padece de muchas
enfermedades propias de la edad, menos de Alzheimer. Por eso sus últimas
palabras antes de morir fueron: “!¿Hey y tú no eres el muchacho del montacargas?!
Estando en el piso 8 del Hospimil
la cava ThermoWell D400 arranca Windows 7 mientras el misterioso personaje lee Últimas
Noticias. En el titular de la última página, reservado a las noticas de
sucesos, se lee: “Muere el viejito Facundo, de 18 disparos y para robarle el
celular”.
No se pierdan el CAPÍTULO 3: INDESTRUCTIBLE
No se pierdan el CAPÍTULO 3: INDESTRUCTIBLE