Una exquisita sinfonía dirigida por el afamado director Abimael con un reconocido tenor italiano le ad un ambiente sobrio a tan doloroso momento para la nación entera.
Por más de una hora el pueblo, simpatizante o no del Comandante sigue expectante los últimos momentos del Lider amado y a la vez odiado.
Los sirvientes cuya clase les permite disfrutar de los gustos más finos están en estado de estasis. Pluma Blanca y Charleston tomados de la mano, Jessica con la mirada perdida y el afamado abogado constitucionalista, Carrá “el bueno” repite los gestos del director. Mientras las mujeres, La Mona Luisa, La Guacamaya (la fiscal) y María Pila cual viudas lloran mirando al techo de la pequeña capilla a las afueras de Hospimil.
Ojitos Lindos, el Negro Aristofalo y El Loco Carreñito darían lo que fuera por escuchar un acorde más vallenato o bachatoso. A la afueras de la capilla el pueblo seguidor del Comandante también está molesto y aburrido. Una tarde lluviosa y una música tildada popularmente como burguesa y desesperante va rompiendo poco a poco el hechizo que mantiene a la multitud cautiva. Progresivamente algunos se van retirando. Otros en cambio hacen pequeños focus groups alrededor de una pequeña corneta con música más popular para este tipo de ocasiones y bebidas espirituosas. De manera aislada se escuchan gritos que piden “¡QUITEN ESA VERGA!”.
Justo cuando se empiezan a escuchar los primeros acordes del Agnus Dei el estruendo de una trompeta rompe la fina paz que respiran los asistentes más delicados y levanta el ánimo y el interés de los más eclécticos.
Es el presidente de Bolivia que llega al rescate, acompañado del Mariachi Vargas bajo la voz de Vicente Fernandez. Traídos con urgencia desde México por el presidente nativo, violando el espacio aéreo, el protocolo y las convenciones diplomáticas y botella de tequila en mano el Mandatario indígena ordena que toquen “El Rey”.
Yo
sé bien
que estoy afuera
pero el día
que yo
me muera
sé que tendrás
que llorar
(llorar y llorar
llorar y llorar)
Dirás que no
me quisiste
pero vas a estar
muy triste
y así te me vas
a quedar.
Con dinero
y sin dinero
yo hago siempre
lo que quiero
y mi palabra
es la ley
No tengo
trono ni reina
ni nadie
que
me comprenda
pero sigo siendo
el rey.
Una piedra
en el camino
me enseñó
que mi destino
era rodar y rodar
(rodar y rodar
rodar y rodar)
También me dijo
un arriero
que no hay
que llegar
primero
pero hay
que saber llegar.
Con dinero
y sin dinero
yo hago siempre
lo que quiero
y mi palabra
es la ley
No tengo
trono ni reina
ni nadie
que
me comprenda
pero sigo siendo
el rey.
que estoy afuera
pero el día
que yo
me muera
sé que tendrás
que llorar
(llorar y llorar
llorar y llorar)
Dirás que no
me quisiste
pero vas a estar
muy triste
y así te me vas
a quedar.
Con dinero
y sin dinero
yo hago siempre
lo que quiero
y mi palabra
es la ley
No tengo
trono ni reina
ni nadie
que
me comprenda
pero sigo siendo
el rey.
Una piedra
en el camino
me enseñó
que mi destino
era rodar y rodar
(rodar y rodar
rodar y rodar)
También me dijo
un arriero
que no hay
que llegar
primero
pero hay
que saber llegar.
Con dinero
y sin dinero
yo hago siempre
lo que quiero
y mi palabra
es la ley
No tengo
trono ni reina
ni nadie
que
me comprenda
pero sigo siendo
el rey.
Abimael director de la orquesta, lejos de estar abochornado por la interrupción modifica su mímica para seguir a la orquesta emergente.
Después de una hora de acordes e improvisaciones el pueblo regresa al velorio. Incluso algunos autobuses que se habían marchado regresan.
Los Depósitos (Licorerías) abren sus puertas y la bebida comienza a inundar el ambiente, escandalizando a los observadores de la más rancia alcurnia (rojos y azules).
Todo velorio mariachi comienza con el “Rey” (si el muerto es un hombre) y luego y de manera indefectible se le da la oportunidad a las mujeres tienen su turno con “Amor Eterno” interpretado por una muy ebria Guacamaya.
Lo que comenzó siendo una triste ocasión se convierte en un espectáculo musical seguido por el mundo entero.
Las sorpresas de Evo no podían quedar allí, el pueblo tiene que seguir animado acompañando a su líder en sus últimos días sobre la superficie terrestre.
Acompañado por el Mariachi y la Orquesta sinfónica hace su entrada triunfal Tito Rojas con una interpretación de “Nada es Eterno en el Mundo”. Los primeros minutos de melodía son al estilo mariachi, pero de pronto al mejor estilo del DJ, Abimael cambia el ritmo a la Salsa.
Más de un millón de seguidores agolpados a lo largo de la avenida San Martín, desde el puente de los leones hasta la plaza O’ Leary bailan como si se tratase del carnaval de Rio de Janeiro.
Después de ocho horas de caña y fiesta fúnebre comienzan los problemas pero este capítulo es de música y la fiesta apenas comienza.
No se pierdan el CAPITULO 18: CONCURSO DE LLOROS
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