sábado, 9 de marzo de 2013

CAPITULO 1.16: EL IN-OCULADO

¡Pueblo! ¡Nuestro Comandante Panelo ha sufrido con este cáncer que los malucos del imperio le han Inoculado!

Se detiene la grabación del Autobusero y John Brennan nuevo director de la CIA voltea a hacia su audiencia y pregunta ¿Lo hicimos nosotros?
 
 
Frente a Brennan están todos los directores de la agencia anonadados y confundidos.

 
 

Frank Nicholson, director de desarrollo toma la palabra:

Señor nosotros tenemos varias tecnologías para provocar enfermedad y envenenamiento pero nada de lo que tenemos produce rabdomiosarcoma de psoas. Lo que tenemos para dar cáncer si acaso da cáncer de estómago y las posibilidades de desarrollo de la enfermedad en una primera toma. Dios si eso sucede ¡seguro me gano el Loto de Florida!

Lo otro que tenemos así son los nanobots pero esos cositos solo producen paros cardiacos o derrame cerebral. Y además el objetivo tendría que valer la pena para usarlos. Créame si fuimos nosotros no salió de nuestros laboratorios.

Luego se pone de pié Arnold Taylor director de agentes de campo. Ninguno de mis muchachos se ha metido con ese infeliz desde 2002. Nuestras operaciones en ese país ni siquiera pasan por investigarlo a él. Pregúntenle a la DEA quizá sepa algo. No es que esos junkies de la DEA, me caigan bien ellos no trabajan así. Esto es demasiado para ellos.
 
 
Rebeca McFarland analista de operaciones internacionales. Nuestros aliados usan aún tecnologías muy tradicionales a excepción del Mossad pero el cigarro con polvo de rutenio sólo produce cáncer de pulmón. En cuanto a nuestros adversarios, los rusos usan bombones de Polonio cuyo cáncer resultante es generalizado, horroroso y de efecto muy inmediato. Además ese cáncer que tenia este señor era perfectamente curable, si se lo veía en Houston claro.

 

Los chinos en cambio usan el Hongo Swan (Hongo Chino) y eso lo único que hace es comerse el pene y los testículos.

El largo silencio después de esa sentencia de McFarland es interrumpido por el Oncólogo del Ejército, Coronel Marcos Rodríguez.
 
Cuando al Comandante Panelo le fue removido el tumor del tamaño de una pelota de beisbol, la muestra nos la hicieron llegar al laboratorio de Atlanta a nombre de un sujeto que residía en Ciudad de México. Estudiando las células malignas encontramos que coincidían con un tipo de sarcoma que padecieron una decena de nuestros muchachos después de la primera guerra en Irak, en el 91. Lo que me quita el sueño es que en aquella ocasión la enfermedad estaba localizada en extremidades superiores. Bueno todos los muchachos se curaron a excepción de uno que tenía complicaciones más serias y de hecho no murió del sarcoma sino de otra cosa.
 

Brennan pregunta: ¿Y como a este le llegó a la parte baja de la pelvis, en el intestino grueso?

Rodríguez sonríe y le responde a Brennan. Se me ocurre algo pero ¿En serio quiere saber?

Se oye una voz de un speaker: ¡Sí Coronel díganos!

 

Es el Presidente Obama junto al secretario de estado escuchando la conferencia.
 


Dalila Yubirí tiene el privilegio de hacer la limpieza en las oficinas del Comandante Panelo. Nadie más puede hacer ese trabajo, solo ella. Esas fueron las instrucciones del Comandante desde 1999.

Dalila no necesitaba saber lo que había pasado a su Comandante amado, su abuela que lee el tabaco y la baraja española ya se lo había dicho todo. Pero fiel y discreta Dalila calla. Por eso desde finales de diciembre ella se ha dedicado con más empeño y nostalgia a limpiar hasta el más insignificante adorno. Cada uno apretado contra su pecho y mirando al cielo se desprenden lágrimas y se evocan recuerdos de su Comandante.

Una mañana de revisando entre los libros de escritores socialistas latinoamericanos y europeos encontró un adorno que ella pensaba extraviado. Es un regalo especial del tirano y extinto, Saddam Hussein de Irak. Se trata de una bala de cañón gatling 20mm con punta de uranio, de primera generación, colocada en una tabla de madera pulida y una serie de grabados árabes en bajo relieve que conmemoran los 10 años de la guerra del golfo.


Se suponía que la bala debía estar junto con la tabla, pero no es así. Se suponía que las balas con punta de uranio usan un capuchón de plomo que se libera en vuelo al ser disparadas. Ese capuchón tampoco está.

Dalila la limpia con su paño amarillo impregnado en limpiador de muebles hasta que queda reluciente, pero al ver el trapo observa una gran mancha marrón y al acercar el paño a su nariz queda asqueada, y bota el trapo enseguida.

Dalila tiene ya varias semanas de reposo, pues está padeciendo de un extraño sarcoma en sus manos.

No se pierda el CAPITULO 17: REQUIEM



 

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