Panelo ha secuestrado el tren que esperaba en los andenes de Auschwitz. Rápidamente se dirige a la cabina del operador, abre la puerta y el operador alarmado trata de pedir auxilio, pero Panelo lo desmaterializa con el arma del guardia. Entre el humo negro, Panelo toma el control del tren.
“Chivo Negro”, Virgilio y Pedro (@Gochirila)
observan lo que ocurre desde el vagón contiguo. Cual reality show la cámara de
Pedro no ha dejado de grabar toda la escena.
-¡Virgilio, los Ángeles Guardianes
se han quedado!-, exclama “Chivo Negro”.
-No te preocupes, ellos deben
venir volando detrás de nosotros. Incluso de seguro ya pidieron ayuda.
-Pero ¿cómo nos van a alcanzar?, ellos seguro usan alas de paloma, para ir a la velocidad de este tren deben usar una turbina-. Explica Pedro angustiado.
-Los ángeles no usan alas desde que Wilbur Wright
llegó con nosotros en 1912. Y vuelan más rápido de lo que te imaginas-. Explica Virgilio.
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-Bueno no es raro, tienen rayos
en los ojos, ya no usan espadas como me contaba mi abuelita.
-¿Espadas?, eso sí que es
medieval. Los ángeles usan rayos de potencia variable integrados a su sistema
visual desde que ustedes apenas inventaban la ametralladora en 1861. Hijo, en
el Cielo hay más Ingenieros Mecánicos, Aeronáuticos, Electricistas y de Sistemas que Sacerdotes, Pastores y Monjas juntos.
Dios creó a los humanos, pero el cielo ha cambiado en la medida que los humanos
han evolucionado.
-Hey otra cosa, vi que aquí a la
gente cuando le disparan se convierte en humo negro. Si ya estamos muertos,
¿Será que nos volvemos a morir o algo así?-. Pregunta “Chivo Negro”.
-“La energía no se crea ni se
destruye, solo se transforma” Lavoisier, física de la escuela señores. Nosotros
como espíritus somos una forma de energía. Morimos cuando nos separamos del
cuerpo material, la “masa”, pero si nos disparan con las armas de este mundo,
nos convertimos en lo que realmente somos, electrones, protones, neutrinos y
bozones.
-En pocas palabras “Chivo Negro”,
nos vuelven a matar y esta vez sin velorio ni entierro.
El Gerente de la estación Berlín
Hauptbahnhof observaba la marcha de las rutas de desde su despacho, en la
oficina de cristal ubicada al fondo de la sala de control de esa importante
estación de transferencia, cuando de pronto es advertido por uno de sus supervisores
que el tren que viene de Varsovia ha pasado de largo y a una velocidad
inusualmente rápida. Casi al mismo tiempo el teléfono rojo, el de las
emergencias, suena.
El Gerente conversa brevemente y
al colgar, le informa al supervisor que debe activar el protocolo de
emergencias. El tren que viene de Varsovia parce haber sido secuestrado. El
Gerente toma el mismo teléfono y hace una llamada.
-¡Silencio! ¿Oyen eso?-
Interrumpe “Chivo Negro” la conversación filosófica entre Virgilo y Pedro dentro del tren secuestrado por Panelo.
-Es un teléfono… ¡Es el teléfono
de la cabina!- responde Pedro.
Panelo se asusta con el repique
del teléfono de la cabina pero a él no le interesa contestar, sólo llegar a su
destino y ejecutar su nuevo plan macabro.
Los tres periodistas van a la
cabina trasera para poder responder el teléfono. Pedro responde de inmediato.
-¡Hola, auxilio, han secuestrado
el tren!
-WE WEO WE WEO EO EO...
-Ok, me calmo. Panelo desintegró a los operadores y a los oficiales y está
usando el tren para escapar.
-¡WAWA! ¿...NELO?
¿WAWA CONGELAO? ¿UH?
-Si, si estaba congelado pero, es un cuento largo. Creemos que va para el mundo de los vivos.
-WA WAO WEO WEO.
Pedro cuelga el teléfono con una
ligera sonrisa y le cuenta a “Chivo Negro” y a Virgilio, -Era un tipo que se
llama como Simón Bolívar, dice que es gerente de la próxima estación ¿Qué tal?- Pedro observa
sonriente a sus dos compañeros con rostros inexpresivos. –No me digan que ese sujeto que llamó es…
-¡Por supuesto hijo, es el
mismísimo Simón Bolívar! El fue una de las primeras personas que entrevisté para la “Silla
Fría” cuando llegue al cielo-, Pedro es sorprendido una vez más.
Semanas atrás, “Chivo Negro” y Simón Bolívar
estaban en un lugar apartado de una plaza pública, preparado como escenario de
grabación para una entrevista que jamás será vista en la Venezuela
terrenal. Desde allí se logra ver el
espectacular jardín de flores que cambian de color con el pasar del sol, al
fondo se oye una orquesta que toca música clásica y las carcajadas de los niños
que corretean de un lugar a otro.
-Bolívar, ¿qué fue de tu vida
después de muerto?- pregunta el “Chivo Negro”.
-Diría que bien, como a todos los que van al cielo, pero saber las cosas que pasaron despues de mi partida en la Gran Colombia, en especial en Venezuela, fue como vivir en el infierno. La angustia, el estrés de ver como hay gente que hace cosas terribles para oprimir y explotar nuestros pueblos... Menos mal que cuando iba al cielo, en la carroza
blanca, todavía no se iba en avión como ahora, conocí una hermosa mujer negra con un vestido verde.
Fue un viaje muy entretenido. Después de mucho tiempo, y parece obvio decirlo,
Niara me hace sentir paz a pesar de este sufrimeinto.
-O sea que, ¿aprovechaste el
viaje para levantarte una negrita?
-Ella es un amor que solo aquí
en el cielo se puede tener.
-¿Y las otras? ¿Qué pasó con
ellas?
-Maria Teresa. Supe que estaba acá arriba pero nunca la vi, tampoco la busqué, ni ella me buscó a mí. Manuelita, jah. Un día en los años 50, paseaba por una nube encima de Paris y la vi del brazo de uno de los hermanos Lumiere. Bueno, a ella le gustaban los tipos de la farándula.
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-Maria Teresa. Supe que estaba acá arriba pero nunca la vi, tampoco la busqué, ni ella me buscó a mí. Manuelita, jah. Un día en los años 50, paseaba por una nube encima de Paris y la vi del brazo de uno de los hermanos Lumiere. Bueno, a ella le gustaban los tipos de la farándula.
-Veo que acá en el cielo la gente
hace muchas cosas y usted ¿A qué se dedicó, solo a ver qué pasaba en Venezuela?
-No. Mi mentor, Simón Rodríguez,
es rector de la UCV acá arriba y decidir seguir estudiando. Pues resulta que la moda EN 1830 eran los ferrocarriles. Apenas morí se inauguraba la primera línea de
ferrocarril en Inglaterra. Y me dediqué a estudiar esos caballos de acero.
-¿Y el Bolívar guerrero quedó atrás?
-Para nada. Nunca olvidé mi faceta
de hombre de armas, así que me uní a la reserva al mando de San Ignacio de
Loyola. No solo me he mantenido en forma, sino actualizado.
-Pero, ¿Por qué se fue del cielo
de Venezuela y se fue tan lejos, a Alemania?
-Me cansé “Chivo Negro”. Me cansé
de ver al último loco que usaba ni nombre para burlarse y esclavizar a los venezolanos. Otros farsantes tenían un límite, pero este incluso ofreció mis restos como tributo al
pacto que firmaba con el maligno para eternizarse en el poder. Ver eso me
indignó tanto que hice gestiones con San Onofre, más unas recomendaciones de mi
amigo Humbold, y terminé aquí en Alemania, administrando el tren que lleva a
los condenados al inframundo; lejos de las noticias, lejos de ver como el pueblo por el que tanto luché es instrumento ciego de su propia destrucción.
-¿No se le ha ocurrido
pensar que el propósito de ese espectáculo tan horroroso, era que su espíritu libertario se alejara
de los corazones de los venezolanos?
Bolívar, con la
mirada perdida por unos segundos, pensó que tal vez el “Chivo Negro” tenía
razón. Ese mismo presentimiento volvió a la mente del Libertador ahora, que creyéndose
lejos de los venezolanos y sus problemas, ahora estos problemas tocan a la puerta de su
autoexilio. Bolivar saca de una de las gavetas de su escritorio una caja
alargada y la coloca en la mesa, al destaparla observa en que en su interior no
falte ninguna pieza del moderno fusil que usa en las prácticas de la reserva,
los fines de semana.
Un asistente entra en la oficina
y observa el cajón sobre el escritorio, con su contenido al descubierto y su
jefe ensamblando el arma, y le pregunta a este:
-Herr, zu denen Sie
mit, dass geht?
-Señor, ¿A donde va usted con eso?
Fusil en mano Bolívar
responde.
-Ich werde ein Fan erfüllen.
-Voy a conocer a un admirador.
-Voy a conocer a un admirador.
Panelo está emocionado porque cada vez está más cerca de lograr su nuevo plan.
-Menos mal que Fidel me enseñó todo lo relacionado con el más allá y el más acá ¡misssjmooo! Cuando llegue a la Venezuela terrenal, poseeré el cuerpo de un mortal, o sea EXPRÓPIESE, y volveré a tener la banda “Preciosa”.
El tren se acerca a su destino y el sistema automático toma el control del mismo, llevándolo al andén número 14. El Comandante Panelo sale del tren y corre entre los andenes en busca de un tren que lo lleve a Caracas. El asombro de haber visto un tren del Metro de Caracas llena de alegría al tirano insepulto y fugitivo.
Han pasado diez segundos y el tren no se mueve. Panelo está extrañado. Abre los ojos y mira a su alrededor, como preguntándose a sí mismo, ¿por qué el tren no se mueve? Y una voz gruesa e impositiva interrumpe, con susto, su predicamento:
-Buenas noches, tu boleto y tu pasaporte.
-Te pediría también el porte de arma, pero por el sello de la culata, sé que esa arma no es tuya.
-Buenas noches, tu boleto y tu pasaporte.
-Pero Bueennooo ¿De cuándo acá piden boleto y pasaporte para viajar en metro, si el metro es de todos miiijmooo?
-Te pediría también el porte de arma, pero por el sello de la culata, sé que esa arma no es tuya.
-¿Buenooo, esteniño, como es que
te llamas tú?
-Simón Bolivar, Gerente de Estación.
-Booolivar como el Libertador
meeejmooooo. Ah no lo pude conocer, porque a mí la burguesía del cielooo mejmo me mandó para el candelro mientras Bolívar, allá, en el cielo mejmo, brincando de nube en nube, blandiendo su
espada, libertando los pueblos de América Latinaaaa.
Bolívar mira al techo volteando
los ojos en gesto claro de aborrecimiento de semejante palabrerío cursi y poco masculino.
-¿Brincando de nube en nube? Todo
eso fue muy ofensivo, y no uso espada desde hace cien años que uso de esos y
tengo mejor puntería que cuando pelee en Carabobo.
-Jah, hablas como si fueras él, y
ni parecido eres. No te pareces a la reproducción de su rostro que mandé a
hacer bajo estrictas instrucciones mías y con cierto parecido a un Zambo como
yiooo!
-Ah claro, la “reproducción” que
sacaste cuando usaste los huesos de mi tumba para tus supercherías.
-Pero bueno Aaaapátridaaa, no me
hables golpeao ¡Yo soy Panelo! Libertador de Venezuela. Bolivar era sólo un
precursor.
-¿Apátrida? suena interesante que me digas eso a mí ¿Condenar a las generaciones
futuras a la esclavitud de Cuba, Rusia y China es tu idea de independencia? Deberías
ser convertido en polvo cósmico por traición.
-Creo que te voy a convertir en
polvo a ti, impostor. No te pareces al que yo le dejaba el puesto en la mesa.
-Ese es el problema cuando adoras
imágenes. "Terminas adorando al hombre equivocado".
Panelo y Bolívar no han notado
que son observados muy de cerca por la cámara de Pedro (@Gochirila) mientras el
“Chivo Negro”, narra lo que puede estar ocurriendo dentro.
-Estos hablan como si no se
conocieran. Pero si Panelo hasta le ponía una silla para que comiera. Si Bolívar
no es el comensal, entonces, ¿quién era? ¡Ah Claro! Puede que la respuesta la tenga el mismo que se convierte en pajarito y se le aparece a Nicodemo-, de pronto cuatro relámpagos ciegan la
cámara y una espesa nube de humo negro cubre el vagón del tren.
La angustia de quién pudo haber
sobrevivido al duelo invade a los tres periodistas. Sorpresivamente los dos Ángeles
Guardianes llegan al lugar de un tropel de Ángeles de la Guarda traídos
directamente del cielo. El tren es rodeado por los guardianes. La nube negra
escapa por las hendijas de las puertas mientras que estas repentinamente se
abren dejando escapar el resto de oscuro vapor.
“Chivo Negro”, Virgilio y Pedro
quedan asombrados, la silueta de un hombre de mediana estatura se abre paso entre
la humareda, es el Gerente de la Estación, Simón Bolivar.
Se escucha una pregunta que puede
parecer obvia –Bolívar, ¿Qué le pasó a Panelo?
El Gerente de estación se detiene
frente a los representantes de la prensa –El Comandante Panelo, es literalmente
lo que siempre fue, una nube de humo.
Una estación del tren que parecía
abandonada, ahora está repleta de curiosos contenidos por una línea de Ángeles
Guardianes. El sonido de la multitud gritando hurras llama la atención de los
periodistas. Es Cristo acompañado de una señora de edad madura.
-¡Abuela!- Pedro logra reconocer
el rostro de su abuela treinta años más joven y corre a su encuentro dejando a “Chivo
Negro”, el entrevistador sin cámara.
-¡Hijo mío!- ambos, abuela y
nieto se abrazan en la mitad del andén. Incluso algunas lágrimas salen de los
ojos de ambos. -¡Mijo, tan jovencito y ya estás aquí, que broma, como esta de
mala la inseguridad allá abajo.
-No señora Amelia, su niño llegó
aquí por ejercer su profesión, pero es momento de volver- explica nuestro señor
Jesucristo.
-¿Como volver?
-Sí, mi Padre estudio tu caso y
consideró que debes volver al mundo de los vivos para cumplir dos nuevas
misiones. La primera, lograr que uno de sus líderes pida mi ayuda para romper
el maleficio que ha caído sobre tu país y la segunda que Simón Bolívar vuelva a
tener una sepultura digna.
-Sí, a los píes del Araguaney que
queda en la colina que se puede observar en el kilómetro 20 de la Autopista
Regional del Centro. Ese lugar es tranquilo. Sólo así podré volver al cielo de Venezuela- Responde Bolívar
al acercarse al grupo junto con “Chivo Negro” y Virgilio.
-El tren está listo para partir Pedro,
pórtate bien, ya sabes cómo es arriba, no te pierdas de eso en la etermidad- explica Jesús.
Luego de hablar unos minutos con
su abuela Pedro se despide de sus colegas, de Cristo y Bolívar y aborda el tren
que lo llevará de regreso a la Venezuela terrenal, el mismo en el que una hora antes había ocurrido el duelo. Fracciones de segundos después
de cerrar las puertas, el tren inicia movimiento.
Pedro se estremece en la cama donde permaneció en coma
por dos semanas. Aturdido el joven camarógrafo trata de incorporarse y se
retira la mascarilla del oxígeno. Todo lo ocurrido parecía ser producto de un sueño
loco hasta que al voltear hacia la mesa ubicada a la izquierda observa la vieja
cámara Holliday II.
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LA BOLA NEGRA
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